martes, 15 de mayo de 2012

Profesora, ¿me ayuda?

Era lunes, quizá martes,
era uno de esos días
en los cuales no quería despertar,
¿Por qué no podía ser fin de semana?
Lo único que se,
es que mi mamá ya me quiere fuera de la cama,
espera que hoy si vaya a la escuela.

Llego y como siempre mis compañeros,
jugando por toda el aula,
yo recuerdo que llevaba una semana,
sí, una semana sin asistir,
me suspendieron por pelear,
aunque no peleaba, solo defendía.

Había una bulla que ofendía,
que gritaba y se quejaba,
de que nuestra tarea era mucha,
que la maestra abusaba,
que la maestra estaba fea;
eso encendió mi cara y,
arremetí como loco contra todos,
de ella aprendí que no debemos
y que es malo hablar cuando el otro no esta,
que ofender no es bueno,
que todo tiene consecuencias,
que si estudio, no sólo me ayudo,
sino que me premio al mismo tiempo,
que debo respetar a los demás,
que en los simulacros:
no corro, no grito, no empujo;
que alzar la falda de mis compañeras
es como faltarle a mi mamá que es mujer también,
que las matemáticas aunque no me gusten,
las usaré para toda mi vida;
que las culturas muertas
son aquellas que olvidan su historia;
que cuando el pan enmohece ya no debo comerlo;
que no todo es educación física y deportes;
esas y muchas otras cosas más.

Aunque bueno,
yo no me fui a golpes contra toda la clase
por lo que aprendí, claro que no,
fue por que también me enseño
a defender lo que quiero con puños y dientes,
que si me esfuerzo puedo ganar en todo;
y yo creía que a todos también,
fue por eso que me les fui encima,
y es que mi maestra puede ser un ogro a veces,
a lo mejor nos grita a todos,
pero no, nunca, nunca, nunca,
será fea y la quiero mucho.

Aaaah!!!!!
Esperen un poco,
es ella aquí viene,
no entendí la tarea y tengo que hacerlo,
-maestra buenos días-
oíga no le entendí a nada a esto en biología,
Profesora...
mmmmmmm...
¿me ayuda?

Darío Olguín

domingo, 13 de mayo de 2012

Viperinas

Dime todo lo que quieras,
aprendí a escuchar un día
en una solitaria montaña
donde solo mi voz podía hacerme eco;
no me sentía desolado,
es más me sentí poderoso y eterno
como un silbido,
como un rayo de luz.

Creía caminar entre las nubes,
mis pies se hundían
entre pompas de algodón,
más cuando querían enfangar
mi paraíso todo se volvía más suave
y veía desde mis ojos a aquellos,
llenos de fango y sangre;
caída de sus lenguas
que ni ellos nunca controlarán.

A veces reía,
antes me preocupaba,
que pueden decir de mi,
cuando no hay nada bueno
no hay porque hablar,
no hay porque reptar,
solo puedes retar tú suerte
y el revire de lo que sale de tú boca,
que no sabes si se abre
para tomar el alimento
o para destilarte ahora.

Ahora me ocupo de ser mejor,
de seguirme superando,
trato de que no pasen las cosas
que no hice bien más de una vez,
me despellejo y me ocupo,
preocuparme para que,
si no resuelve nada,
no intento tomar tres lugares
y desocupar toda la sala
cuando se que ya no pude hacer.

Ahora bien,
se que soy yo mismo,
siendo yo mismo,
donde las palabras no me hieren,
donde solo existe mi voz.

Darío Olguín

viernes, 4 de mayo de 2012

otro de estos

Y cuando el insomnio,
acabara con las caricias de la noche,
pues hoy hace de nuevo de las suyas,
me siento victima sanguinaria,
soy presa común de lo normal,
un día más sin poder dormir,
de pensar en que todo va,
siento la fatiga, el cansancio,
pero no, hoy no,
hoy no hay sueño,
no puedo dormir.

Por qué el letargo de los días,
me hace cómplice de sus andares,
yo quiero dormir, quiero soñar,
quiero desear, pero hoy no será,
hoy no estoy bien,
el por qué de todo no lo sé,
el por qué de esto lo desconozco,
pero pueden ser las pocas horas
de pegar los ojos y relajarme.

Se que en alguna dimensión,
estoy dormido;
y es más se que ahí no escribo,
que ahí si aprovecho cada segundo,
para que mi cuerpo descanse
y se enamore de Morfeo en sus brazos.

Darío Olguín