la última diferencia entre ser y estar,
fácilmente se puede hallar
entre las ventanas rotas de corazones,
entre la calzada y la avenida,
entre la risa y la sorpresa
de un encuentro cotidiano.
No lo sé, quizá, las malas temperaturas
terminan por confiarse a la temporada
pero nos hemos terminado el mundo,
hemos viajado, volado, visto.
tal cual como pretexto pretender
que no pasa nada entre la séptima
y tambén la octavo o tal vez la novena,
hay caminos empedrados, de terraceria
y algunos solo iluminados.
Preciso de un istante amante del tiempo.
Darío Olguín
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