jueves, 11 de febrero de 2010

Censura

Ya a la chingada,
yo lo dije en voz alta,
bueno en mi mente,
y no me dejo de arrastrar
no se que pasa,
todo da vueltas,
me mareo, la nausea:
que me provocó el mi mismo.

Pero entonces, que hago,
espero en la esquina,
no duermo por que no me llame;
mejor ya a la chingada,
es una verdadera fregadera,
que confié en que lo haría
y aquí el idiota espera,
espera y seguirá esperando,
ring ring mis cojones,
no va a sonar hasta que mañana
el despertador haga lo suyo,
y con mi humor enmierdado
empantanare un día más.

Y así pues la llamada
pues nunca llega,
me va y me viene
me tiene hasta la madre,
puede que un desplante más
haga que la media vuelta
se quede pendeja
ante lo que nunca hago,
irme en lugar de ocupar
un espacio que a leguas se nota
nunca será para mi,
pues si no soy un pinche trofeito,
feo si y de a madres,
pero y que total feo parejo
que me haga, al fin
ellas nos prefieren cuando somos ojetes;
cuando no lo somos
hasta parecen moscas.

Por eso:
ya mejor a la chingada todo
y yo pues me ire aun más lejos.

Darío Olguín.

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