sábado, 20 de febrero de 2010

Días por mi día

En el teléfono insiste una voz,
al otro lado, con toda calma analizo
que pudiera no ser ella
y que si respondo, ella podría llamar,
entonces, descuelgo el auricular,
me niego a estar,
pienso en ella,
el día se va,
su voz no llega y eso duele.

Hay algo de locura en actuar
de la manera en la que no lo hago,
hay un dejo de vida,
dos destellos de suerte
y una nube de esperanzas,
que quizá sólo esperen
a que me llegue el día,
a que hoy me veas y digas
puede que no pueda ser,
no hay nada, no es nada,
sentirte libre de mi,
de todo, de nada.

Imagino que me imaginas
que besas y cuando te beso,
abrimos los ojos,
despertamos:
estamos lejos.

Darío Olguín

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