domingo, 11 de abril de 2010

un día tal vez

¿quién sabe, ociosa?, le preguntaba aquella vez, y esa mujer solo atinaba a contestar, no entiendo, ¿qué me ha pasado?; muchas cosas ocurren cuando iniciamos el camino, nunca un recorrido por más programado será el mismo y ella sospechaba que aquel personaje en la banca sentado con la rubia, sentía cierta empatía, ya que a diario se cruzaban a las 15.17 en aquel lugar perdido del parque, nunca decidió a hablarle, hasta ese día que había planeado hasta el infortunio.

Ella siempre con su libreta llena de cosas escritas en verso, el siempre con su traje negro y corbata roja, ella pensaba quizá sea un alto empresario excentrico, no lo se, ella me lo contó así, de bien a bien yo le veía más cara de trabajador de un despacho que había frente a ese parquesillo, dónde ahora una música suena en lo que la mujer se pierde en detalles, no se de que este hablando ahora mismo, yo estoy cantando, en la mente, me he distraido.

Verdad que tengo razón, creo que mi madre me manipula -argumentó-, si es eso pero he de salirme de ahí, ¿tú que opinas? ¡¡¡aaah!!! ¿quién yo? mmmm, es qué yo... Verdad que si - me interrumpe- yo sabía que me ibas a conceder la razón. A ella la vi fúrica y no sólo por qué ahí parada frente al que decía era el amor de su vida, aaa, vale mi canción, siguiente track.

Dalé, ahora debería yo ocuparme en darle respuesta a una solo pregunta ¿qué hago yo aquí frente a una desconocida? -la interrumpo- oye, ¿por qué a mi? ¿cómo puedes confiar en alguien en la calle? no lo entiendo, no encuentro explicación, lo único que se es que...

No duda en tomarme del brazo, e inicia a caminar, pero sigue hablando, la misma rabia pero nada que pueda responderme lo poco que he podido preguntar, por si poco fuera me ha quitado el cigarrillo que acabo de encender, vale se que no fui un caballero al invitarle pero, la acabo de conocer, esperen, ni eso, es una extraña que venía en busca de un novio que está sentado en una banca del parque mientras ella habla con un desconocido de sus desdichas, de la familia y ahora hasta del nombre para sus hijos,pero bueno, es hora de regresar yo a perder mi tiempo, pero solito. Tú café de cual va a ser por que ya pedí el mio es americano pero tu no creo igual, ya se te pediré un ...

Bien a bien, un café gratis te has ganado que te escuche, mmmm creo que no, vamos a caminar un poco más, ella abre su bolso, yo veo hacia al aparador, solo se escucha un sonido particular -trick- volteo y me da un cigarrillo y ella mantiene otro entre sus dedos, vale, café y cigarro, ahora si tienes mi atención, podría escucharte.

Te sientas en la banca al otro lado de donde habíamos iniciado el recorrido, me señalas a un costado tuyo para sentarme, tomo el extremo de la banca, haces un trémulo movimiento y te enganchas a mi cuerpo, metes tu cabeza entre mi hombro y cuello y solo puedo notar que estas llorando. Ahora, tembloroso y desconfiado, como niño que nada le trajeron por navidad, no hay palabras, apenas si me dejas espacio para fumar, me llega el olor a tu perfume, claro el mismo que me habías contado guardabas para una ocasión especial, mira lo que son las cosas te digo quien termino usando su olfato y decirte: -huele bien, va contigo.

Tus sollozos partidos empiezan a aminorar, no me queda más que acomodarte el planchado y peinado de estética, rodearte en brazos, como lo hace un hermano a su hermanita que se ha caído, decirte que ese tipo no valía la pena, que puedes conseguir mucho más, ella queda en silencio, no más sollozos, la fuerza de su abrazo empieza a aminorar, tiene ese instinto de hablar pero no puede, se separa de mi cuerpo, ahora la veo bien, con un poco corrido el maquillaje, aunque se puede notar no lo necesita mucho, le ofrezco un pañuelo desechable, mientras que con la otra mano voy intentando limpiar lo que el maquillaje había corrompido, ella sonríe, pero no es una sonrisa de esas de inocencia, hay picardía en ella, de repente se lanza contra mi: la detengo.

Ella atina a decir, es el destino, eres mi destino me arregle para alguien y fue para ti, o quizá dime eres casado, por qué no te voy a creer y aunque lo fueras, no me importa, o a lo mejor no te gustan las mujeres, que en todo caso me aferraría a ti, solo dame un beso y convencete de que esto ya estaba planeado.

Me levanto y solo le digo: hoy no, otro día.

Darío Olguín Zaragoza

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